Concentrados los peruanos en nuestra coyuntura política, las nuevas autoridades del país no están evaluando las dimensiones de la variante delta del Covid-19 que fuera descubierta en octubre de 2020 en la India. Habiéndose expandido explosivamente por cerca de cien países -es verdad que en el país aún no muestran un número significativamente alarmante-, su mutación ha sido considerada por los científicos como de alto riesgo para la humanidad.

Sus contagios están verificando crecimientos geométricos impresionantes en otras partes del mundo por lo que esta nueva dramática realidad está llevando a algunos países como Israel -uno de los primeros Estados en vacunar a prácticamente toda su población que bordea los 10 millones-, a administrar una tercera dosis en la idea de fortalecer la respuesta inmunológica de las personas ante la aparición de esta variante.

Es verdad también que los avances de la ciencia médica han comenzado a determinar que los niveles de formación de anticuerpos en realidad están asociados a una condición individual o personal, lo que hace más complejos los mecanismos de protección. Las alertas se deben a que los estudiosos han detectado que la variante delta resulta ser hasta un 60% más contagiosa, incluso lo es más que otros virus conocidos como del MERS, el ébola, el resfriado común, la gripe estacional y la viruela.

El nuevo gobierno del Perú que ha anunciado una acción rápida frente a la pandemia, debería decidir la puesta de una tercera dosis a todos los ya vacunados con dos, independientemente de la vacuna colocada. Los médicos recientemente salieron a las calles a exigir al gobierno saliente del señor Sagasti para que inocule una tercera dosis a quienes constituyen la primera línea de combate contra el Covid-19 y la respuesta, siempre reactiva y parsimoniosa, ha sido de que aún no hay consenso internacional.

Dominados por la inseguridad no se ha decidido en el Perú lo que ya comienza a ser una práctica en muchos países. No hay que esperar que los 24 millones de peruanos estemos vacunados para recién tomar una decisión como en Israel. El ritmo de las puestas durante el mes de agosto que se acaba de iniciar deberá ser imperativamente mucho mayor que lo hecho hasta ahora, de lo contrario, la nueva oferta gubernamental sanitaria no habrá mostrado la diferencia prometida.

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