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Hay gente que reniega de la serie que le tocó a Perú en Rusia 2018. Deberían aprender de Ricardo Gareca. Dijeron Francia, sonrió. Vino Dinamarca, volvió a sonreír. Y cuando escuchó Australia, cerró el contento con algo parecido a una carcajada.

Y es que el Mundial no es el mercado de la esquina, en el que uno escoge a voluntad la mejor papaya. No. El Mundial es una cita con la alta competencia y, ocasionalmente, por cuestiones del azar, te puedes topar con la “buena suerte”.

Como dijo el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, al país de Putin llegarán las 32 mejores selecciones del mundo, y las distancias entre ellas no son abismales. Por lo tanto, la alegría de estar en la fiesta mayor del fútbol debe imponerse al hecho de si te toca bailar inicialmente con Chana o con Juana.

Eso sí, hay que ir a bailar bien. Moverse bien desde el saque. Sin miedo escénico. Y parece que Gareca ya sabe cuál es el ritmo de los rivales. Esa sonrisa que exhibió durante el sorteo de grupos tiene asidero en algo que solo él conoce. El argentino no pela las muelas así nomás.

Entonces, que Francia no cante victoria antes de tiempo porque, además, las sorpresas también juegan en estos torneos, y nuestro director técnico es un especialista en empaquetar resultados con las cábalas, los milagros y los imposibles.

En una de esas, “Orejas” se disfraza de Juan Carlos Oblitas y le rompe el arco a los franchutes, como en la antesala de España 82 en el propio Parque de los Príncipes. O Yotún, al estilo “Panadero” Díaz, manda a su casa a los daneses con un tiro de larga distancia. Ya veremos.

Que ese grupo C sea del ¡carajo!