El gas natural es uno de los recursos más valiosos del Perú, con vastas reservas concentradas principalmente en Camisea que, no solo transformó la matriz energética del país, sino que tuvo un impacto significativo en la economía nacional. Este recurso no solo representa una fuente de energía limpia y eficiente, sino también una herramienta estratégica para impulsar la productividad y reducir la pobreza, siempre que se gestione con una política energética coherente y de largo plazo.

A pesar de su potencial, el acceso al gas natural sigue siendo limitado. Según datos de Osinergmin, solo el 11.2% de los hogares peruanos cuenta con conexión a gas natural por red, una cifra muy por debajo de países como Argentina (60%) o Colombia (65%). Esta brecha limita el impacto del gas en la economía familiar y en sectores clave como la industria, el transporte y la generación eléctrica.

Una política energética sólida enfocada en la masificación del gas permitiría sustituir combustibles caros y contaminantes, reducir la volatilidad de los precios energéticos y mejorar la competitividad del país. Además, el acceso a energía en zonas vulnerables puede mejorar la calidad de vida, reducir el gasto familiar y generar empleo en infraestructura y servicios.

En 2025, el Ministerio de Energía y Minas anunció una inversión de 300 millones de soles para conectar a 100 mil nuevos hogares. Aunque es un avance, sigue siendo insuficiente frente al déficit estructural del sistema energético nacional, que demanda un cambio urgente.

Para que el gas natural sea verdaderamente una palanca de desarrollo, el Perú debe apostar por una visión integral que, en principio, promueva la exploración y combine inversión pública, participación privada y planificación territorial.

Ese es el camino para cerrar la brecha energética y avanzar hacia un país más productivo y equitativo ¡Pongámonos en marcha!

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