En los últimos meses, venimos visitando ciudades del interior del país. Participamos en talleres y conferencias en universidades públicas y privadas, en las que exponemos mucha data y evidencia sobre los beneficios de las libertades económicas, así como sobre los problemas estructurales que arrastramos como país y que limitan el desarrollo y el bienestar. De la interacción que tenemos con los jóvenes estudiantes, recurrentemente transmiten una preocupación: existe incertidumbre sobre las oportunidades que tendrían para insertarse en un mercado laboral competitivo.

No les gustaría terminar cayendo en un mercado informal. Hoy, a diferencia de muchos años atrás, los jóvenes están informados. No solo perciben el deterioro político y la polarización de ideas, sino que lo interiorizan y les genera dudas sobre su futuro. La crisis de gobernabilidad que atraviesa el Perú los afecta. Las acciones del Gobierno, en todos sus niveles, no aseguran una conducción ni un ordenamiento de la sociedad. Hoy no hay mano dura contra la ilegalidad ni el crimen organizado; y, como agravante, políticos con ideologías retrógradas justifican estos hechos como resultado de la falta de oportunidades. Así, más del 75% de jóvenes entre 18 y 25 años está dispuesto a emigrar, según una encuesta de Ipsos. En un escenario próximo, recomponer la gobernabilidad y la institucionalidad del país es urgente. De no ser así, seguiremos en la misma espiral, con un incremento del descontento social y más jóvenes capacitados saliendo del país en busca de algo mejor. La crisis de gobernabilidad también nos resta capital humano.

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