El Ministerio de Educación y los centros educativos de todos los niveles deberían promover que los estudiantes vean la nueva película documental de José Luis López-Linares, “Hispanoamérica, canto de vida y esperanza”. La película ofrece una visión poderosa sobre el nacimiento de la hispanidad, esa fuerza espiritual que une a millones de personas en España y en toda la América que desciende de la madre patria. Las nuevas generaciones de peruanos, en vez de ser adoctrinados en ideologías perversas y sectarias, tendrían que nutrirse de las raíces de nuestra historia. Y en el centro de la historia peruana, en su raíz y como parte esencial de su vasto corazón, brilla invicta la hispanidad, esa fuerza motriz espiritual que caracteriza a nuestra civilización mestiza, incomprensible si no se analiza bajo el prisma del catolicismo trascendente. La cruz es la raíz de la hispanidad.

En efecto, sin el cristianismo Hispanoamérica carece de sentido. Solo la Iglesia Católica, solo el Evangelio de Jesucristo pudo fundir en una síntesis viviente un crisol de razas y culturas hasta configurar un mestizaje que quinientos después continúa transformando la faz de la tierra. El catolicismo sembró en América lo que hoy nos sigue haciendo únicos en el planeta. Por eso, comprender esta realidad histórica, abrazarla y sentirnos orgullosos de nuestra herencia forma parte de nuestro destino como civilización. Somos un pueblo elegido para contribuir mediante la unión más trascendente a la hermandad cristiana de todas las naciones. El mestizaje es posible porque Hispanoamérica es una realidad.

Los pueblos que carecen de memoria están condenados al fracaso. Ni España ni las naciones hispanoamericanas deben renunciar al pleno conocimiento de su misión, un canto de vida fraterna. Una misión que comparten y atesoran, una vocación conjunta destinada a durar hasta el fin del mundo, como la fe, como la esperanza, como la caridad, como nuestra espléndida hermandad.