La educación en casa ha pasado de ser un fenómeno marginal a convertirse en una alternativa educativa en crecimiento y cada vez más diversa. Históricamente vinculada a familias cristianas evangélicas que buscaban proteger a sus hijos de influencias externas, hoy esta opción incluye familias de distintos orígenes raciales, religiosos y culturales.

Uno de los cambios más significativos es el aumento en la cantidad de estudiantes educados en casa. En EE.UU., este porcentaje pasó del 2.8% en 2019 al 6% en 2023, impulsado por la pandemia y un creciente descontento con el sistema escolar tradicional. Factores como el acoso, la presión social y la baja calidad académica han llevado a muchos padres a optar por una educación más personalizada.

La diversidad dentro del movimiento homeschooling también ha crecido. Mientras que en los años 90 predominaban los estudiantes blancos, hoy muchas familias hispanas, afroamericanas y asiáticas han adoptado este modelo. En ciudades como Long Beach, California, se ha convertido en una opción popular entre familias multiculturales que buscan preservar su identidad y ofrecer una enseñanza más flexible.

El acceso a recursos educativos ha evolucionado. Ahora, muchas familias combinan la educación en casa con programas chárter, actividades extracurriculares y comunidades en línea, lo que amplía las oportunidades de aprendizaje. A pesar de los cambios, la personalización, el fomento de la curiosidad y la autonomía siguen siendo los principales beneficios del homeschooling, consolidándolo como una alternativa viable frente a los retos de la educación tradicional.

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