Hoy ¡somos libres!, ¡seámoslo siempre!

A fines del siglo pasado se presentaron regímenes políticos mixtos que combinaban normas democráticas con aquellas que presentaban los modelos autoritarios, ejemplo de ello los tenemos en países africanos, europeos, asiáticos; y, en América Latina, en países como Haití, México, Paraguay y Perú. Según Steven Levitsky, dentro de estos encontramos a los regímenes autoritarios competitivos.

Estos regímenes presentan un pluralismo político limitado. En lugar de quebrantar explícitamente la democracia emplean mecanismos más sutiles para afectar algunos de sus elementos: se llega al poder mediante elecciones, se respetan libertades sociales y económicas con ciertas restricciones. En nuestro país en los años 90, con variables distintas se aplicó este modelo. Hubo influencia sobre algunos medios de comunicación con la aceptación de estos; no obstante, existieron medios que mantuvieron distancia del régimen como El Comercio, Caretas, La República, etc.

Los regímenes autoritarios competitivos no están a la altura de una democracia; tampoco lo están del autoritarismo pleno ni menos del totalitarismo. En el autoritarismo pleno el pluralismo político es limitado y en el totalitarismo el pluralismo político, social y económico desaparecen paulatinamente; la persecución y muerte de los opositores es común, ya que no hay Estado de derecho. Se experimenta un veloz desmantelamiento institucional donde el partido único es el detentador absoluto del poder. Un ejemplo de totalitarismo es el comunismo de la Rusia de Stalin.

“El Holocausto Comunista” titula un artículo publicado en el diario moscovita Izvestia (30-X-97) que informa sobre las muertes provocadas por los regímenes comunistas. En los 23 países que han estado bajo gobierno comunista -incluidos los tres últimos: China, Corea del Norte y Cuba-, se ha asesinado a 110 millones de ciudadanos en tiempo de paz.

En Venezuela, camino al totalitarismo, las elecciones son una falacia para dar apariencia democrática. Palabras como hambre, miseria, muerte y migración quedan cortas para describir lo que sufre el pueblo venezolano.

Hoy ¡Somos libres! ¡Seámoslo siempre!