Dios sabe cuándo nos llama. Al eminente diplomático, Hugo de Zela Hurtado, hijo de Tacna y descendiente directo del prócer de la Independencia, Francisco Antonio de Zela y Arizaga, lo acaba de hacer, a los 95 años de edad, de un lado, el día de ayer, domingo 6 de junio, tan solo un día después del emblemático acontecimiento que fuera incorporado en el imaginario nacional de los peruanos en la histórica Casa de la Respuesta, en Arica, el 5 de junio de 1880, en que Francisco Bolognesi Cervantes, recibiera al emisario chileno, Juan de la Cruz Salvo, que luego de requerirle la rendición de la Plaza de Arica, Bolognesi sellara para la posteridad su inmortal respuesta: “Tengo deberes sagrados que cumplir y los cumpliré hasta quemar el último cartucho” -lo que jamás calcularon en Santiago-, y de otro, la coincidencia de la muerte de HdZH, un día antes de la fecha en que los peruanos extasiados de amor a la patria, rendimos tributo a la Bandera Nacional -7 de junio de 1880- porque un día como hoy, hace 141 años, Bolognesi y sus hombres, fueron elevados a la condición de héroes, al quedar consumada la epopeya de Arica, luego de la brava defensa del Morro.

De allí la pertinencia de juntar estas efemérides nacionales, que hoy recordamos, a la enorme figura del ilustre embajador HdZH, porque fue precisamente cuando ejerciera el cargo de cónsul general del Perú en Arica (1976), que dedicó todo el frenesí de su admirable nacionalismo, a la imperturbable tarea de la implementación de la solemnísima Sala de la Respuesta, ya referida.

Su pétrea defensa del territorio nacional y de nuestras fronteras -nació el 1 de abril de 1926, cuando Tacna y Arica eran provincias cautivas-, quedó perennizada al dedicar su vida personal y profesional a la tarea diplomática, siempre por su querida y entrañable Tacna -presidió 3 veces el club departamental- y por el Perú, su patria amada. Siempre afortunado de trabajar y tratar directamente en la cancillería con sus sabios y legendarios diplomáticos, de HdZH aprendí su coraje para decir las cosas con la verdad, respeto y fundamento. Las imborrables tertulias sobre la controversia marítima que tuvimos con Chile, en el Club Tacna de Lima, también por él fundado (1973), fueron para mí, de aprendizaje permanente. ¡Adiós, íntegro embajador y amigo!.

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