Me pregunto si no es ya hora de darle, virtualmente, su caspiroleta reparadora al presidente Pedro Pablo Kuczynski, exigirle que acelere el tranco en la medida de lo posible, se eche a trabajar con firmeza y deje de lado su bendito “humor inglés”, que más que risas ocasiona lamento.

Es cierto que se aprende a gobernar, como filósofo alguna vez Ollanta, pero más de medio año en Palacio basta y sobra para empoderarse, dominar la situación, tomar las riendas, tener una visión de país, saber qué terreno se pisa y gestar las acciones pertinentes.

Estamos inmersos en una inseguridad ciudadana incontrolable: campea el crimen organizado y la delincuencia común, y lo que hemos visto hasta hoy, como políticas de Estado al respecto, son tiros al aire o disparos a los pies, sobre todo por parte del ministro del Interior Carlos Basombrío (que de las recompensas por los más buscados no sale).

Cuidado que los fujimoristas, que son mayoría en el Congreso, están haciendo la siesta mientras se inicia la legislatura, pero seguramente preparan un arsenal de alegatos para soltarlos en las próximas sesiones plenarias contra los proyectos del Ejecutivo, derivados del pedido de facultades.

Según la última encuesta de GfK, la aprobación presidencial ha caído a ¡29%! y la desaprobación ha escalado a ¡58%! En esas cifras es más que evidente el efecto del escándalo de corrupción de Odebrecht. Y aunque el mandatario desestime los sondeos, los resultados son alarmantes.

Es momento de que Kuczynski, su premier, su gabinete y todo su aparato de gobierno se articulen y hagan lo necesario para revertir esta situación, porque, para decirlo con todas sus letras: PPK tiene que llegar hasta 2021, duela a quien le duela.

Está obligado, además, a amarrar sus perros. Por ejemplo, cómo es posible que vaya a la Universidad de Princeton y suelte la rocaza de que: “Estados Unidos no invierte mucho tiempo en América Latina, pues es como un perro simpático que está durmiendo en la alfombrita y no genera ningún problema”. Eso ya no es “humor inglés”, es humor de cómico ambulante, con el debido respeto a “Mondonguito” y compañía.