Sube el dólar y baja la confianza en el país. Los últimos acontecimientos políticos han generado más incertidumbre de la que teníamos. Todo esto afecta el equilibrio y estabilidad económica y se elimina cualquier posibilidad de crecimiento. En vez de alentar un clima que atraiga a los inversionistas, el Gobierno hace todo lo contrario, es decir ahuyentarlos.
La amenaza de nacionalizar el gas de Camisea de parte del primer ministro, Guido Bellido, parece ser el gran salto del Ejecutivo en busca de un cambio extremista. En este punto habría que precisar que este es uno de los temas ejes del ideario de Perú Libre. Por lo tanto, esta arremetida a ojos cerrados contra las empresas privadas puede ser el inicio de un Gobierno totalitario ya anunciado y que no fue tomado en serio solo por los “inocentes”.
El desafío del Congreso y de la mayoría de la clase política es enfrentarse racionalmente y en unidad a estos peligros. Si el presidente Pedro Castillo no hace nada para salir de esta inseguridad generalizada, hay que buscar el equilibrio. A los excesos, descontroles y ansias de poder, hay que ponerles un freno.
El país sigue pendiente demasiado tiempo que el jefe de Estado asuma el liderazgo que le encomendó el país, y que cumpla con la autoridad de su palabra, esa misma que ofreció garantías a los inversionistas.