Totalmente en desacuerdo con la idea del ministro del Interior, Juan José Santiváñez, de que los policías estén en la posibilidad de cobrar el dinero que ofrece el Estado como recompensa por la información que se pueda brindar para lograr la ubicación y captura de delincuentes buscados por diversos delitos, pues de por sí, es función de los agentes atrapar a los prófugos, para lo cual son profesionales que cobran un sueldo y ya reciben los beneficios que dispone la ley.
Los policías están en la obligación de meter presos a los requeridos por la justicia, sin recompensa de por medio. No se les puede pagar más por hacer su trabajo. Tienen razón los que afirman que darles un dinero a los efectivos podría desvirtuar el rol de la Policía Nacional, que entiendo que está integrada por personas con desinteresada vocación de servicio, y que ya reciben un sueldo y una pensión cuando se jubilen en caso cumplan con los requisitos exigidos.
Está muy bien que haya recompensas por información que permita la captura de los más buscados, pero eso debe quedar solo para los civiles que en algunos casos se juegan hasta la vida por facilitar el arresto delincuentes, muchos de ellos de alta peligrosidad, con orden de captura. Eso ocurre en cualquier parte del mundo, pero no con los policías que más bien son los encargados de recibir esa data por canales reservados, procesarla e ir a arrestar a quien se esté escondiendo de la ley.
Si el ministro Santiváñez considera que hay que darle una recompensa en efectivo a los policías para que sean más eficientes y logren la captura de los más buscados, para lo cual está por presentar un proyecto de ley al respecto, sin duda algo tiene que estar fallando en la Policía Nacional, de la que es el responsable político. ¿Está flaqueando la vocación de servicio y de trabajar desinteresadamente por el bien de la sociedad? ¿Hace falta una plata extra para ser más eficientes? No lo creo.
Cuando un joven peruano entra a la Policía Nacional del Perú, entiendo que lo hace motivado por servir a la colectividad y estar “presto a servir, listo a morir por el Perú”, tal como lo dice su himno, pero no a cambio de un dinero extra por hacer su trabajo. Si hay recompensas para los buenos agentes, estas pueden ser felicitaciones, ascensos, cursos y hasta viajes de capacitación, pero todo dentro de los reglamentos que existen para estos casos. Nada más.