El Instituto Nacional Cardiovascular, más conocido como INCOR, fue creado en el año 1992, como parte del sistema de EsSalud. Sin ninguna duda, es un centro nacional de alta referencia y prestigio en cardiología y cirugía cardiovascular, no solo en el Perú, sino en toda la región. En el 2020 se convirtió en el primer hospital publico acreditado por la “Joint Commission International” y cuenta con distintas acreditaciones adicionales que garantizan la calidad de sus procesos internos. Un verdadero orgullo para el Perú.

Sin ninguna duda los médicos y profesionales que son destacados a este Instituto especializado en medicina cardiológica, son de lo mejor que tiene nuestro país. Actualmente, el servicio atiende a mas de 130 pacientes críticos cada mes, incluyendo a personas sometidas a cirugías cardiovasculares complejas que llegan referidos de todos los centros asistenciales vinculados con EsSalud. Lo curioso, resulta ser el protocolo de entrega de medicinas. Estas se entregan a los pacientes después de pasar la consulta médica y de recibir la prescripción respectiva por parte del profesional a cargo, por un periodo de 90 días. Sin embargo, lo que ocurre en la practica es que el paciente recetado para 90 días, solo recibe sus medicamentos para 30 días y debe volver mensualmente para recibir el saldo prescrito sin necesidad de pasar nuevamente por consultorio médico o requerir ningún tipo de cita adicional. Esta curiosa política de administración de medicamentos no parecería responder al afán de reducir el numero de consultas medicas y establecer un sistema de eficiencia en la atención profesional, pues lo único que hace es obligar a regresar a los pacientes en tres ocasiones distintas durante los 90 días de prescripción, generando un enorme malestar, maxime si consideramos que muchos de estos pacientes deben trasladarse de distintas ciudades del interior de nuestro país.

Ponerse en los zapatos ajenos, asumir con empatía el papel de “paciente” para ejercitar y probar en la practica el circuito de atención de sanidad y anotar las deficiencias de atención y reemplazar todo aquel proceso obsoleto por procesos enfocados en solucionar los problemas y generar bienestar en la población, sería lo ideal. La victoria es el objetivo principal de la guerra, decía Sun Tzu en “El arte de la guerra”, pero si esta se retrasa mucho, las armas pierden filo y la moral decae. Hagamos lo necesario por centrar la atención de los servicios públicos en las personas y relegamos a un tercer lugar la burocracia irrelevante y cualquier otro escollo que perturbe este objetivo principal.