Los congresistas sin ninguna base jurídica, y reactivamente, luego de que el presidente Vizcarra anunciara que un referéndum decidirá la derogación o no de la inmunidad parlamentaria en vista de que el Congreso no la aprobó, decidieron que ya no la tenga el mandatario, los ministros, y otras autoridades del Estado.
Una actitud realmente infantil, que revela el muy bajo nivel de la mayoría de los congresistas, pero también de sus asesores que no tienen ni idea de lo que se está haciendo. Realmente me preocupa mucho que el Derecho Constitucional y el Derecho Parlamentario hayan sido pisoteados sin miramientos.
No es posible que el jefe de un Estado sea despojado de la mayor protección jurídico-política que le concede la Constitución, ni siquiera por él mismo, sino por la propia estabilidad del Estado. No es un capricho que el presidente no puede ser acusado durante su gobierno, salvo de traición a la patria, impedir las elecciones o cerrar el Congreso (Art. 134°).
La razón anterior se explica porque la gobernabilidad siempre debe mantenerse en la condición de pétrea. El presidente es el único ciudadano que personifica a la Nación. Muchos pueden representarla pero sólo el mandatario personificarla, es decir, la Nación y el Estado peruanos quedan humanizados en la persona del presidente y esa realidad recogida, reconocida y amparada por la ciencia del derecho, debe ser preservada sin condiciones durante su mandato.
Despojarlo de este atributo consagrado en la doctrina constitucional planetaria sólo alienta la anarquía. Como profesor de Derecho advierto que eliminar la inmunidad presidencial será una completa aberración jurídica como también pretender ratificar el acuerdo de Escazú. Penosamente, el Perú sigue siendo el retrato de un país adolescente, como decía Luis A. Sánchez.