La corrupción en los procesos de licitación pública es una de las mayores amenazas para el desarrollo del Perú. Según cifras de la Contraloría, nuestro país pierde anualmente alrededor de S/ 22,000 millones debido a prácticas corruptas. Esta cifra no solo representa un desfalco económico, sino que también implica hospitales que no se construyen, carreteras inconclusas y escuelas que jamás abrirán sus puertas. Es un golpe directo al progreso y a la confianza ciudadana en el Estado.

En este contexto, la transparencia en los procesos de contratación no puede ser una aspiración, sino una obligación ineludible. Pero, ¿cómo garantizarla cuando los comités de selección y las áreas usuarias tienen un margen discrecional amplio en la evaluación de propuestas? La respuesta está en la tecnología y, específicamente, en la inteligencia artificial (IA).

La IA puede ser una poderosa herramienta para reducir la discrecionalidad en la toma de decisiones, eliminando sesgos y patrones corruptos. Sistemas basados en algoritmos pueden analizar las propuestas de manera objetiva, evaluando factores técnicos, financieros y de experiencia de manera uniforme y consistente. Implementar tecnología no solo fortalece los procesos internos, sino que también manda un mensaje claro a los ciudadanos: el Estado está comprometido con un manejo transparente y eficiente de los recursos. La automatización de criterios puede contribuir significativamente a cerrar las brechas por donde se filtra la corrupción.

Es hora de apostar por la innovación tecnológica como un aliado estratégico contra la corrupción. El futuro de las obras públicas en el Perú debe estar cimentado en la transparencia, y la inteligencia artificial puede ser el cimiento clave de ese cambio. Más que una alternativa, es un paso necesario que el  estado peruano debe dar.