La inteligencia artificial (IA) representa una de las revoluciones tecnológicas más trascendentes del siglo XXI, con el potencial de transformar industrias, mejorar servicios públicos y elevar la competitividad de los países. Sin embargo, el Perú aún no cuenta con las condiciones habilitantes necesarias para aprovecharla plenamente.
Una de las principales limitaciones es la infraestructura tecnológica. La conectividad 5G, indispensable para procesar grandes volúmenes de datos en tiempo real, avanza lentamente y no cubre todo el territorio. Asimismo, el país carece de condiciones habilitantes para la instalación de data centers de escala: aún persisten brechas en la provisión de energía estable, saneamiento, conectividad internacional de fibra óptica y marcos regulatorios claros y competitivos.
En este contexto, mientras otras economías de la región ya despliegan estrategias nacionales de IA, fomentando la innovación y atrayendo inversiones, el Perú corre el riesgo de quedar rezagado. Aprovechar la IA exige una visión de Estado, inversión sostenida en infraestructura y una alianza sólida entre el sector público, privado y académico.
Si bien algunas entidades estatales han iniciado esfuerzos de protección digital, estos no han alcanzado aún a las micro, pequeñas y medianas empresas (MYPES y PYMES), que representan más del 95% del tejido empresarial del país.
Desarrollar un ecosistema digital seguro, inclusivo y competitivo no es una opción: es una necesidad. El Perú debe asumir este reto con decisión si aspira a crecer en la economía del conocimiento y construir un futuro más próspero y resiliente. Para ello, se necesita regulación inteligente, no sobreregulación.