Con motivo del Día del Docente Universitario, el 11 de julio, la Asociación de Universidades del Perú (Asup), que preside la rectora de la Universidad de La Cantuta, Lidia Ascensios, organizó un evento que además del reconocimiento, diploma y medalla institucional al congresista Esdras Medina y a la suscrita (muchas gracias), fue propicio para tratar el futuro de la universidad en la era de la revolución tecnológica. La universidad ha sido históricamente el centro del pensamiento y de la cultura humanista. Fue el eje del conocimiento estratégico en lo político y en lo social, pero ahora enfrenta a las grandes tecnológicas que monopolizan la innovación con enormes presupuestos y reclutan los mejores investigadores de las universidades. Google tiene en su planilla a dos premios Nobel y su laboratorio Deepmind es el más notable de Silicon Valley. Están también los chatbots, el chatgpt y similares, con los que la IA “ayuda” con la respuesta precisa para el estudiante. Y lo hace al instante. La velocidad de la IA es incomparable a la del proceso tradicional de aprendizaje. Esta asincronía genera una desconexión entre las necesidades de la sociedad y lo que ofrece la universidad en todo el mundo. Preocupa la pérdida de espacios de investigación e innovación y más aún que el estudiante deje de pensar, argumentar, consultar libros, cuando con la IA soslaya el proceso y el esfuerzo intelectual. La universidad no puede oponerse, competir o rechazar la tecnología que debe ser complementaria y no de reemplazo de las capacidades cognitivas. Para ello debe reinventarse y cumplir su misión en un mundo que piensa con máquinas y algoritmos. Debe enseñar a pensar y producir el conocimiento alternativo, el que interesa a la sociedad y no tanto al mercado, esencial para la ética, la democracia y la justicia social.