Mientras el ministro del Interior, Juan José Santiváñez, trata de sobrevivir en el cargo por medio de una denuncia constitucional contra la fiscal de la Nación, Delia Espinoza, y apelando a un vocero ministerial experto en operativos de captura de rateros y paqueteros con policías vestidos de superhéroes y personajes de historietas, la lucha contra la inseguridad en las calles sigue haciendo agua por todos lados, al extremo que en las últimas horas se ha sabido que el hampa está plenamente infiltrada en la Policía Nacional.
A través de una foto difundida por RPP, se ha hecho público que un grupo de policías de Trujillo compartía piscina y diversión con delincuentes de la banda criminal conocida como “Los Pulpos”, que tiene como 25 años de vigencia en el mundo de la extorsión y el sicariato. Son los más impresentables de los impresentables. En lugar de combatir a estos hampones, los agentes eran sus amigos. ¿Quién responde por esto? ¿Qué medida se toma ante una policial perforada por gente de esa calaña?
Dos días antes, una fiesta en La Victoria acabó con balacera y tres muertos, uno de ellos menos de edad, además de algunos heridos. Es evidente que se ha tratado de un ajuste de cuentes entre gente al menos dudosa, pero es trabajo de la Policía Nacional, que tiene como responsable político a un ministro siempre metido en problemas, hacer frente a esta gente que anda suelta en las calles exponiendo a vecinos y personas de bien que nada tiene que ver en riñas callejeras.
Con un ministro peleado con todo el mundo, hasta con su examigo y excliente apodado “Culebra”, y que ha creado la figura de un vocero para que saque cara por una gestión lamentable y sin resultados, no vamos a ninguna parte. Sería bueno saber qué dice este nuevo representante ministerial sobre los policías que se divertían con criminales en lugar de meterlos a la cárcel por extorsionadores y asesinos. ¿Afirmará como su jefe que la prensa es cómplice del hampa por difundir esa imagen?
Por estos días están tratando de juntar firmas en el Congreso para censurar a Santiváñez. Sin embargo, es evidente que no hay voluntad de la mayoría por mandar a su casa a este ministro que debería estar apartado de la gestión pública para que arregle sus problemas desde el llano, y no mientras en teoría tendría que estar trabajando 24/7 por la seguridad de los peruanos. La otra opción sería que la presidenta Dina Boluarte lo cambie, pero eso es más difícíl. Por ahora le es útil.