No es verdad que en los países islámicos gobernados de manera transversal y totalizadora por la religión -ciertamente que así sea jamás debe ser un problema-, las protestas no existan. Hay Estados en Medio Oriente donde la posibilidad de expresar una posición propia o distinta al gobierno central es impensable (Arabia Saudita, Afganistán) donde el fundamentalismo ha generado un statu quo represivo, pero también lo es que hay otras naciones en las que la participación ciudadana en procesos de elecciones políticas, les ha dado ciertos niveles de reacción contestaría sobre la calidad de vida y destino político del país, lo que hace una década fue llamado desde las relaciones internacionales como “Primavera Árabe” porque fueron manifestaciones sociales gestada en los países árabes. Es el caso de Irán (82 millones de habitantes) y como este país no es árabe entonces es más propio y acertado hablar de una suerte de “Primavera Persa”. Lo voy a explicar.

Las recientes manifestaciones por las calles de Teherán y otras ciudades iraníes contra el régimen teocrático ha sorprendido al propio ayatola Alí Jameni, líder supremo de la nación persa -es el jefe de Estado de Irán-, por el que están pidiendo la renuncia, luego de que se hiciera público el reconocimiento de que el avión ucraniano derribado por un misil iraní con 168 pasajeros -la mayoría eran ciudadanos persas-, fue un error.

También al presidente de la República Islámica de Irán, Hasán Rouhaní, que lejos de ser el jefe de Estado como sucede en cualquier país de América Latina, es solamente el jefe de gobierno. Irán, entonces, es un Estado -repito- teocrático pues la máxima autoridad es religiosa. El líder supremo, que es elegido por la selecta Asamblea de Expertos (88), que sería el poder legislativo en el caso peruano, y otras autoridades, están buscando contener la revuelta por las víctimas del avión. No perdamos de vista de que las protestas en Irán no son una novedad y las que ya ha habido, fueron aplacadas por el poder coactivo iraní totalmente en manos del ayatola Jameni. Finalmente, la coyuntura en el frente interno iraní llega como anillo en el dedo para la Casa Blanca. Veremos qué pasa.