Resulta irónico que el gobierno del presidente Ollanta Humala, que llegó al poder supuestamente para reformar la política y desterrar todo lo malo de las administraciones anteriores, a las que tan duramente criticó en sus años de campaña, esté aproximándose al final de su gestión dejándonos situaciones escandalosas que hubieran servido de combustible para que el propio nacionalismo, de no estar en el poder, lance sus misiles y se llene la boca criticando.

Tanto cuestionó el humalismo al fujimorismo, para terminar con Adrián Villafuerte, el secretario personal del general montesinista César Saucedo, como asesor en Palacio de Gobierno. Con Óscar López Meneses sucedió algo similar. Le hicieron ascos a la mafia del “Doc”, pero hay denuncias nunca aclaradas de que en la campaña del 2006 el hombre los apoyaba en temas de campaña desde el penal, y ni qué decir del resguardo policial, del que el jefe de Estado se ha negado a hablar ante el Congreso.

Lo mismo con el toledismo. Le hicieron el “Andahuaylazo” para traérselo abajo por impopular e incapaz, pero luego se aliaron como hermanitos, sin importarle al actual oficialismo la casa de Las Casuarinas ni el escándalo de Ecoteva. Criticaron tiempo atrás las andanzas de los hermanísimos de Toledo, pero los humalistas han movido cielo y tierra para que el viaje a Rusia de Alexis, junto al vocero Josué Gutiérrez, no se termine de ver en el Congreso.

Tanto criticaron a los apristas por los “petroaudios”, caso que implicaba tener al “compañero” Rómulo León Alegría metiendo la mano en las licitaciones del gobierno de su partido, para que los humalistas, ya en el poder, tengan al amigo palaciego Martín Belaunde Lossio haciendo movidas similares. ¿No que los nacionalistas estaban cortados por otra tijera y hacían una administración donde la honestidad marcaba la diferencia?

El Gobierno hace poco sacó una ley para restringir el consumo de “comida chatarra” para mejorar la alimentación especialmente de los niños. Sin embargo, también ha creado el improvisado programa Qali Warma, que no deja de intoxicar a los escolares más pobres del país.

Acá unas cuantas muestras de las ironías que exhibe la administración del presidente Humala, esa que seguramente un futuro gobierno tratará de corregir, como el nacionalismo quiso hacer sin éxito con el fujimorismo, el toledismo y el aprismo.