Uno de los mitos que lograron difundir con relativo éxito el conglomerado de los partidos de la izquierda peruana fue su supuesta autoridad moral para luchar contra la corrupción. Para ello, a todo personaje ajeno a sus convicciones, le endilgaron la condición de corrupto para sepultar sus aspiraciones políticas. El blanco principal de sus ataques fueron el fujimorismo y el aprismo, y hasta se inventaron el “mote” de fujiaprista para condensar en un solo concepto el objeto de sus acusaciones por corrupción.

Los hechos se han encargado de desvelar la realidad. Un gran número de políticos pertenecientes a movimientos o partidos identificados con la izquierda, que llegaron mediante elecciones a ocupar el cargo de gobernador regional, han sido procesados y/o sentenciados por delitos de corrupción. Son doce los exgobernadores regionales elegidos por movimientos de izquierda que han sido condenados por delitos que van desde negociación incompatible, colusión desleal agravada y peculado, hasta asociación ilícita para delinquir. En contraposición, ninguno de los tres gobernadores regionales (Ica, San Martin y Cerro de Pasco)  elegidos en el año 2014 por el partido Fuerza Popular se han visto durante su mandato involucrados en procesos judiciales por corrupción.

El caso más emblemático ha sido el de la exalcaldesa de Lima, Susana Villarán, quien enarboló la bandera de la moralidad en el uso de la cosa pública, hoy procesada por delito de cohecho propio, lavado de activos y asociación ilícita para delinquir. Pero el más resaltante en la actualidad es el del exgobernador regional de Junín, Vladimir Cerrón, condenado por negociación incompatible y aprovechamiento indebido del cargo, líder indiscutido del partido izquierdista Perú Libre, que pretenden llegar al poder con el profesor Pedro Castillo como candidato, invocando en campaña con el mayor desparpajo la lucha contra a la corrupción.

Es imperativo desenmascarar a estos lobos con piel de cordero en que se han convertido los movimientos de la izquierda peruana, que se revisten de falsa moralidad y acusan de corruptos a otros, cuando son ellos mismos quienes incurren en actos de corrupción debidamente probados. Estamos seguros que el partido Perú Libre no será la excepción.

Uno de los mitos que lograron difundir con relativo éxito el conglomerado de los partidos de la izquierda peruana fue su supuesta autoridad moral para luchar contra la corrupción. Para ello, a todo personaje ajeno a sus convicciones, le endilgaron la condición de corrupto para sepultar sus aspiraciones políticas. El blanco principal de sus ataques fueron el fujimorismo y el aprismo, y hasta se inventaron el “mote” de fujiaprista para condensar en un solo concepto el objeto de sus acusaciones por corrupción.

Los hechos se han encargado de desvelar la realidad. Un gran número de políticos pertenecientes a movimientos o partidos identificados con la izquierda, que llegaron mediante elecciones a ocupar el cargo de gobernador regional, han sido procesados y/o sentenciados por delitos de corrupción. Son doce los exgobernadores regionales elegidos por movimientos de izquierda que han sido condenados por delitos que van desde negociación incompatible, colusión desleal agravada y peculado, hasta asociación ilícita para delinquir. En contraposición, ninguno de los tres gobernadores regionales (Ica, San Martin y Cerro de Pasco)  elegidos en el año 2014 por el partido Fuerza Popular se han visto durante su mandato involucrados en procesos judiciales por corrupción.

El caso más emblemático ha sido el de la exalcaldesa de Lima, Susana Villarán, quien enarboló la bandera de la moralidad en el uso de la cosa pública, hoy procesada por delito de cohecho propio, lavado de activos y asociación ilícita para delinquir. Pero el más resaltante en la actualidad es el del exgobernador regional de Junín, Vladimir Cerrón, condenado por negociación incompatible y aprovechamiento indebido del cargo, líder indiscutido del partido izquierdista Perú Libre, que pretenden llegar al poder con el profesor Pedro Castillo como candidato, invocando en campaña con el mayor desparpajo la lucha contra a la corrupción.

Es imperativo desenmascarar a estos lobos con piel de cordero en que se han convertido los movimientos de la izquierda peruana, que se revisten de falsa moralidad y acusan de corruptos a otros, cuando son ellos mismos quienes incurren en actos de corrupción debidamente probados. Estamos seguros que el partido Perú Libre no será la excepción.