El presidente de EE.UU., Joe Biden, refiriéndose a China, ha dicho que no permitirá “ataques contra la gobernanza global”. Me percato de su desconocimiento conceptual del poder que tiene EE.UU. Se ha querido atribuir al fenómeno de la globalización virtudes de una extraña gobernabilidad internacional y eso un error.

El gobierno supone autoridad para tomar decisiones verticales sobre los gobernados y el territorio en que viven. Esto es esencial para comprender que la gobernabilidad es propia del Estado en su frente interno. Fuera de las fronteras nacionales, el relacionamiento con los demás Estados, es enteramente horizontal, pues no existe un Estado jurídicamente más importante que otro. EE.UU. y Haití, aunque no lo sean política, económica o militarmente, son iguales para el derecho, constituyendo una garantía para el Orden Mundial. Pegado al gobierno yace la soberanía, que es una cualidad intrínseca al Estado, es decir, sin soberanía no existe el Estado.

Por esa razón no existe la soberanía global o internacional. La globalización existe para estrechar las vinculaciones entre Estados y otros actores internacionales, no para crear una superestructura de gobernabilidad planetaria. El mundo es anárquico por naturaleza, es decir, no cuenta con una autoridad central -la ONU no lo es- como, en cambio, sí pasa en el Estado.

Los europeos, advertidos de la amenaza de una Constitución para la Unión, la rechazaron. Los que pregonan el gobierno global, valiéndose de la ONU, quieren imponer una agenda global para enfrentar las amenazas comunes -ej.: pandemia, migración, medioambiente, etc.,-, y propugnan crear una fuerza transnacional que prescinda de las FF.AA., que son propias del Estado para la seguridad y defensa nacional.

Esta idea de la relativización de la gobernanza nacional, que es lo mismo que de la soberanía, superponiendo una exacerbación de derechos, lamentablemente ideologizados, los lleva a crear marcos normativos (tratados) para el empoderamiento supranacional (tribunales). Lo único que puede haber en el mundo, son las vinculaciones de coordinación y de colaboración entre los Estados y otros actores convencionales y es raro que Biden lo recuerde. Trump jamás lo hizo.

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