La reciente muerte del científico iraní, Mohsen Fajrizadeh, por un ataque cerca de Teherán -sin que se conozca al autor del asesinato- y meses atrás, la eliminación del general Soleimani por un disparo de dron por parte de EE.UU., llevarían a pensar de que Irán no se quedará de brazos cruzados, y más aún cuando sabemos que son temperamentalmente complejos y, en la lectura de Israel, hasta cercanos a la venganza pues Irán pregona su extinción como Estado; sin embargo, creo que el régimen teocrático de la nación persa debe estar esperando a que el demócrata Joe Biden se convierta formalmente en el 46° presidente de los EE.UU. de América, el 20 de enero de 2021, y en esa condición exponga cuál será la exacta posición de su administración sobre Irán. Es casi probable que Biden, en el marco de su anunciada política exterior contra el aislacionismo que caracterizó al gobierno de Donald Trump, busque retomar todo lo avanzado por Barack Obama sobre un acuerdo de programa nuclear, que fuera firmado por los países miembros del Consejo de Seguridad de la ONU (China, EE.UU., Francia, Reino Unido y Rusia), más Alemania, con Irán. Por supuesto que este escenario es el que más quisieran los ayatolas, a estas alturas del partido, con serias dificultades para contener la crisis económica, debido a las sanciones impuestas por Washington apenas Trump asumió las riendas del país en 2017. Biden deberá ser lo suficientemente astuto como para darse cuenta de que el frente interno iraní no ha sido el mejor en los últimos meses -y no solo por la pandemia que los ha impactado- y esa realidad debería ser capitalizada en la elemental tesis de que la vulnerabilidad de un Estado significa la fortaleza del otro. Tampoco es para que la Casa Blanca vaya a confiarse pues los chiitas son impredecibles. De hecho, nadie imaginó que una turba de estudiantes tomaría la embajada estadounidense en Teherán en 1979 provocando una de las mayores crisis diplomáticas de la segunda mitad del siglo XX. Si Trump hubiera sido reelegido, seguramente que las alertas de seguridad en todo EE.UU., estarían al tope, pues el general Soleimani y el físico nuclear Fajrizadeh, eran realmente representativos en su país.

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