La última jornada de la legislatura del 2024, que terminó en la madrugada del sábado, ha sido “digna” de este Congreso plagado de “niños”, “mochasueldos”, progolpistas, prosenderistas, arregladores, escuderos de un prófugo y aliados de economías ilegales, pues diferentes bancadas se unieron para hacernos recordar lo mal que votamos los peruanos en abril del 2021 al darle una curul a tanto impresentable, con el agravante de que esta misma gente ha hecho posible que pueda ser reelecta en los comicios del 2026.

En primer término, no hubo los votos suficientes para censurar al ministro de Desarrollo e Inclusión Social, Julio Demartini, quien debió ser apartado por la presidenta Dina Boluarte apenas apareció la denuncia del reparto de carne de caballo y alimentos en mal estado a niños beneficiarios del programa Qali Warma. Sin embargo, la mandataria decidió mantenerlo en el puesto, quizá sabiendo que ese Poder Legislativo donde todo se conversa y se arregla, no iba a echar a su ministro estrella gracias a los votos fujimoristas y de APP. ¿Y los pequeños afectados? Bien, gracias.

En esa oscura jornada, tampoco fue posible poner el candado necesario para que los condenados por delitos graves, incluyendo terrorismo y narcotráfico, estén imposibilitados de postular a cargos públicos. En otras palabras, los señores congresistas han dejado abierta la posibilidad de que en el 2026 tengamos en Palacio de Gobierno o en el Congreso a verdaderos hampones o hasta golpistas que hayan tratado de acabar con el orden constitucional. Antauro Humala, el asesino de cuatro policías en Andahuaylas, debió estar muy feliz el fin de semana que pasó.

Otro asunto dramático fue la extensión por cuatro años más de la vigencia de la ley que permite la formalización de taxis colectivos en provincias, esos que ni siquiera deberían estar en circulación porque son un peligro para los pasajeros y promueven el caos. Qué habrá habido detrás no solo de quienes promovieron este despropósito, sino también de los 85 legisladores de todas las tiendas políticas que votaron a favor. ¿Alguien tiene dudas de que las economías ilegales se mueven en el Congreso a su libre antojo?

Ha sido una jornada para el olvido, solo para dejar en claro que en el Perú el arreglo bajo la mesa, el pacto en el mal sentido del término y la sinvergüencería descarada, son moneda corriente. De esto nadie se salva, ni los de derecha ni izquierda, ni los que se hacen llamar “bloque democrático” ni los que llevó el golpista Pedro Castillo junto con el prófugo Vladimir Cerrón. Todos se han aliado para llevar agua para sus molinos, en perjuicio de una población que por algo los repudia cada vez que los ve andando por las calles.