El Perú se ha convertido desde hace varios años, en un ejemplo a nivel mundial de manejo pesquero responsable y sostenible, toda vez que cuenta con una biomasa de anchoveta estable desde hace más de 15 años, la cual bordea los 8.5 millones de TM. Por tanto, basta esta cifra para dejar atrás los cuestionamientos malintencionados e infundados respecto a la salud del recurso.

Este dato, que nos debería llenar de orgullo, no ha sido una tarea sencilla. Cómo se recordará, en la época de la dictadura militar se expropió la industria pesquera y los recursos se depredaron. Así, el compromiso del sector, sumado al ordenamiento dispuesto por la Ley de Cuotas, han sido los factores que hoy permiten contar con una biomasa similar a la de los años sesenta, década donde se consolidó la industria pesquera peruana.

En este contexto, es importante volver a mencionar que la captura de juveniles en la pesca ocurre de manera incidental. Así lo han sostenido también, los destacados científicos Francois Gerlottó y Paul Fernández, al afirmar que, en la actualidad, no existe instrumento tecnológico comprobado que mida confiablemente la talla de los peces, incluyendo a la anchoveta, en las faenas de pesca.

Por ello, los referidos científicos sostienen que, las medidas adoptadas por las autoridades competentes en nuestro país, como el cierre temporal de las zonas de pesca cuando hay presencia de juveniles, es el método más efectivo para la protección de las especies. Otra práctica destacable para la preservación de los juveniles son las autovedas que se impone la propia industria para coadyuvar a la protección del recurso. Ello, es posible gracias a un programa de seguimiento diario de las referidas capturas que ha adoptado la Sociedad Nacional de Pesquería desde el año 2015.

Así, todas estas medidas han permitido que, la captura incidental de juveniles, esté muy por debajo del límite que establece el Imarpe y que en los últimos 4 años ha sido en promedio de 13.57%.

Y es que en el gremio pesquero la sostenibilidad no es un slogan, es una forma de desarrollar la actividad, siendo la protección de los juveniles uno de sus pilares.