La candidata Keiko está estrechamente ligada a su padre, Alberto Fujimori, relación con roces y cercanías. Cuando la libertad de su padre podía desplazar su liderazgo, Keiko se opuso a su indulto y fueron cercanos cuando ejerció de “primera dama”, reemplazando a su madre, agredida física y psicológicamente por el entonces gobernante. Así como los hechos no se pueden esconder, tampoco se puede evadir las responsabilidades.

Hoy, en su discurso, reivindica la figura y el gobierno de su padre, recurre a antiguos militantes, incluidos sentenciados por corrupción y plantea que no debe haber cambios en el modelo económico ni en la Constitución, pese a que tras de 40 años de “crecimiento”, las desigualdades e inequidad son mayores que cuando empezó el “milagro económico”.

A días de elegir presidente, Keiko depende del legado de Alberto Fujimori, aunque tiene su propio recorrido: millones de dólares recibidos ilegalmente para sus campañas políticas por lo que el Ministerio Público solicita para ella 30 años de cárcel; y el desempeño obstruccionista de una bancada de 73 congresistas de Fuerza Popular más 5 del Apra, responsables de la actual crisis política y social.

Recurrir a técnicos y literatos que otrora la cuestionaron, muestra desesperación, improvisación y/o falta de confianza en su propio equipo. No presentó a Baca Campodónico por sus antecedentes, pero expone a Luis Carranza quien enfrenta serias acusaciones de acoso o al propio Guerra García, admirador de las “grandes cualidades” de Alan García.

Keiko candidata carga una mochila muy pesada, propia, familiar y de quienes la acompañan. No debemos olvidarlo al momento de emitir nuestro voto. Nosotros lo haremos por Pedro Castillo y el lápiz, por la esperanza, por afirmar nuestro derecho, el de todos, a la equidad, a la oportunidad.