El presidente de la región La Libertad, César Acuña, acaba de ser elegido como nuevo titular de la Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales (ANGR) y por un año estará al frente de dicho grupo, el mismo que aún no cuaja y cumple un rol protagónico dentro del sistema político nacional.

La ANGR, más allá de buscar el reconocimiento legal de parte del Congreso de la República, tiene el desafío de despercudirse de la corrupción que afectó a exmandatarios de la gestión 2011-2014 y dañaron seriamente a la descentralización en el país.

Tres son los expresidentes regionales que cumplen prisión preventiva por administraciones salpicadas con actos ilegales y otros 18 son investigados por presuntos malos manejos de los recursos públicos, números nada agradables.

La ANGR, según sus estatutos, en sus objetivos busca promover las prácticas del buen gobierno, la transparencia y la integración nacional, en la medida que la nueva directiva encamine acciones para cumplir tales metas, entonces veremos a menos autoridades regionales desfilando por pasillos de cortes superiores de justicia.

La ANGR, además, debe convertirse en un órgano que sepa pronunciarse de manera oportuna en situaciones de coyuntura nacional y tienda los puentes necesarios para mantener un fluido diálogo con el Ejecutivo, buscando los mecanismos para el cumplimiento de la Ley N° 29768, “Ley de Mancomunidad Regional” del 2011, como ya ocurre con la de Los Andes integrando a cinco regiones: Apurímac, Ayacucho, Junín, Ica y Huancavelica.

Que el cargo deje de ser decorativo.

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