En su último mensaje al Congreso con motivo de Fiestas Patrias, la presidenta Dina Boluarte tuvo la gran oportunidad de intentar reconciliarse con los peruanos a través de un mea culpa por sus garrafales errores y los de su administración, sin embargo, optó por un discurso extenso que más parecía estar siendo pronunciado por la autoridad de un país donde todos los problemas han sido solucionados.
Al entrar en la recta final de su gobierno, pudo haber reconocido errores como el de sus intervenciones estéticas y el caso de los relojes de lujo –todos rodeados de flagrantes mentiras–, los hechos de corrupción, la falta de rendición de cuentas a través de los medios, el mal manejo de la crisis de Petroperú y las andanzas del hermanísimo Nicanor, pero no, prefirió victimizarse incluso a través del trillado recurso de “por ser mujer”.
Nos pudo hablar del fracaso de la lucha contra la criminalidad que todos los días cobra vidas, sin embargo, respecto al tema solo anunció el incremento del número de efectivos de la Policía, algo que ocurre todos los años con las graduaciones en sus centros de formación, y una que otra cosa más.
Todo hace ver que la señora Boluarte dejará el poder creyendo que su paso por Palacio de Gobierno ha sido un gran triunfo para el Perú. Sí, es evidente que por impecable sucesión constitucional le tocó asumir el mando del país y que dio un viraje para librarnos de lo que dejó el golpista Pedro Castillo, pero eso no ha sido suficiente. Pudo hacer más, pero optó por la frivolidad, la ineficiencia y las malas juntas.