A inicios de este siglo, el Perú sufrió el asalto de la caviarada progresista, que siguiendo la consigna globalista, se agremió en la academia, en ONGs, en medios de comunicación y redes sociales, imponiendo simbolismos políticamente correctos y capturando recursos y el aparato estatal para su propio beneficio.

Terminado el gobierno del presidente Fujimori, surgieron en los medios de comunicación, personajes que enarbolaban la lucha anticorrupción, resultando ser falsos referentes. Sobresale el “sagrado cholo Toledo” y compañía de inquisidores, que se reservaban la idoneidad moral para ejercer la conducción política del país y señalaban sin temor quiénes debían ser juzgados por corrupción.

La rimbombante corte Toledana lavaba frenéticamente las banderas propiamente maculadas, mientras extendía la mano por debajo de la mesa para cobrar coimas a la corrupta corporación brasileña Odebrecht.

En estas dos últimas décadas, la fábrica de falsos valores fue muy productiva; forjaron presidentes, gobernadores y alcaldes, en particular a la primera alcaldesa de Lima, cuyo gobierno fue uno de los más corruptos; Ni hablar de la comparsa de “notables”, “especialistas”, “opinólogos” y “consultores”, incluso un partido que hasta hoy pulula entre los medios y las redes.

Ahora, con la reciente decisión del Departamento de Estado de los Estados Unidos de América de conceder la extradición de Alejandro Toledo por los delitos de lavado de activos, colusión y tráfico de influencias, cae otro falso valor, otro ídolo de barro creado por el progresismo local.

La lección que nos podemos llevar de todo esto es que la corrupción no está ligada ni a un partido, ni a una ideología, ni a la raza, ni al estrato social, ni al nivel educativo y mucho menos al origen, ya sea de provincia o de ciudad. La corrupción es un fenómeno que aparece y se incrementa cuando se relajan los mecanismos de control y, peor aún, cuando la lucha contra esta se ideologiza. Hoy en día, sabemos que los personajes impulsados por los medios caviares personifican estos falsos valores.