Después de su imprevista llegada al máximo cargo del país, la presentación del gabinete ministerial de José Jerí iba a constituir su primera prueba de fuego. La segunda serán las protestas que deben empezar hoy y prolongarse hacia el fin de semana.
Es prematuro decir si el Gabinete es el idóneo, pero deja buenas sensaciones. No es difícil prever que por sus antecedentes y posiciones políticas, Ernesto Álvarez va a polarizar y será el blanco de la izquierda desestabilizadora y siempre inconforme cuando sus clásicas figuras no aparecen en la foto del poder.
El factor común y mayoritario del Gabinete es la característica tecnocrática de sus integrantes, que bien encabeza la titular del MEF, Denisse Azucena Millares, con más de dos décadas en el sector público y exviceministra de Economía durante la gestión de José Salardi. La tecnocracia en vez de la “ancha base” constituye una diferencia gravitante en la elección de Jerí.
Pero sin duda, el mayor acierto podría ser la designación de Vicente Tiburcio, el exGein que se hará cargo del ingobernable Ministerio del Interior, que está obligado a bajar las cifras apabullantes de una ciudad como Lima, indignantemente tomada por bandas de miserables extorsionadores.
Tiburcio, Álvarez y el propio Jerí deben entender que esta es la gran prioridad de sus 9 meses de gestión: Encontrar una fórmula –a la que deben unirse la Fiscalía y el Poder Judicial– que derive en la captura de estas bandas .
En ese proceso, la mano dura deberá alcanzar a quienes pretendan imponerse a base de muertes y violencia. Jerí debe hacerle entender a la calle, o a la “Generación Z”, que ejerce el poder de forma constitucional y no está dispuesto a convertirse en un Merino II.