Aunque el debate tecnológico digital mundial está centrado en los poderosos avances de la Inteligencia Artificial, tenemos algo grande y distinto que celebrar. Hace pocos días la Cumbre Iberoamericana, en Santo Domingo, reunió jefes de Estado y de Gobierno de los países que hablan castellano y portugués, de América y Europa y aprobó la Carta de Principios y Derechos Digitales Iberoamericana. Poco se ha hablado de este hito fundamental, bajo la iniciativa de España que tiene su propia Carta de Derechos Digitales con vocación europea. Gran noticia para nuestro país y para nuestro continente. Ya tenemos el instrumento que garantice los derechos digitales de la ciudadanía, que encuadre las legislaciones nacionales y las políticas públicas que permitirán enfrentar los desafíos de la transformación tecnológica que tiene severo impacto en nuestras vidas cotidianas y también en la economía, la política, la comunicación y la información. La Carta apuesta por la unidad continental frente al desafío digital en una región con demasiadas brechas y desigualdades sociales. Tenemos el instrumento que muy oportunamente impulsa a compartir un espacio digital latinoamericano, ojalá asumiendo el modelo de la Unión Europea que es activa defensora de los derechos y libertades fundamentales frente a los intereses de la ganancia o del control social y político de las personas. En LA DICTADURA TECNOLÓGICA, publicado por la Universidad Ricardo Palma, abordamos los logros y satisfacciones de la tecnología, pero también los problemas y riesgos que debemos afrontar unidos.[1] Toca a los estados nacionales afrontar las carencias de conectividad, de infraestructura y de regulación digital. Y a las universidades desarrollar habilidades y capacidades tanto como proponer nuevos marcos jurídicos.

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