Los congresistas siempre se jactan cuando logran censurar a un ministro, hacen alarde de que ejercieron el control político que les otorga la constitución y se autodenominan “el primer poder del Estado” cuando logran retirar a un ministro que, ya sea por méritos propios o cálculo político, fue defenestrado.
¿Pero qué pasa con aquellos que mantienen más tiempo del necesario por motivos que solo ellos conocen? Ejemplos sobran, pero ahí está Juan Silva, el prófugo al que nunca censuraron. También tenemos a Juan José Santiváñez que fue censurado solo cuando mantenerlo en el cargo de ministro el Interior ya era políticamente insostenible.
Otro ministro que debió irse hace mucho fue el titular de Cultura, Fabricio Valencia. La manera de cómo trato de minimizar el recorte del área de reserva de las Líneas de Nasca fue motivo más que suficiente.
Su incapacidad ante la crisis en Machu Picchu ya fue la cereza del pastel pero, pese a todo esto, la moción de censura en su contra estuvo a punto de caerse porque cuatro congresistas (Carlos Alva Rojas, Elvis Vergara y Juan Carlos Mori (todos de Acción Popular), además de José Luis Elías Ávalos (Alianza para el Progreso) retiraron su respaldo al proceso.
Así las cosas, parece que estos parlamentarios usan la censura como moneda de cambio y habría que preguntarse a cambio de qué.