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La corrupción alcanza todos los niveles. Los políticos son los primeros sospechosos, también los empresarios que manejaron millones de dólares en efectivo mientras los peruanos tenemos que realizar transacciones a través de los bancos. ¿Será porque se trata, justamente, de empresarios de la banca?

Algunos claman inocencia, denuncian persecución política o argumentan "sacrificios por el país". Hay que precisar los orígenes del problema. Un buen diagnóstico ayudará a superar esta lacra que devora presupuestos, infla costos, impide culminar obras de calidad y destruye la institucionalidad.

Es preciso reconocer entre las causas de la corrupción, con cinco expresidentes presos, fugados, con orden de captura o suicidas, al débil diseño institucional y constitucional, donde la ausencia de un verdadero equilibrio de poderes y la función contralora del Estado agudizan el problema. Con un Poder Judicial también debilitado por la corrupción, y que no ejerce justicia a tiempo, es mucho más difícil combatirla.

Es indispensable avanzar en verdaderos cambios constitucionales. Cortemos de plano la permisividad frente a la sobrevaloración de las obras que contrata el privado con el Estado a través de las APP. Eliminemos de raíz la elusión y la evasión tributarias, que le cuestan millones de dólares al país. Por qué permitir los llamados paraísos fiscales, mecanismo empleado para no pagar impuestos en el país. Son temas que debemos debatir planteando propuestas que pasan por cambios constitucionales, aunque no todos lo quieran admitir. Insistiremos.