En los últimos veinte años el Perú ha atravesado una degradación institucional y política sin precedentes. Tanto así, que los héroes de ayer se convirtieron en villanos, que los enemigos del Estado de los ochenta y noventa se volvieron víctimas, que los vencedores del terrorismo terminaron vencidos y finalmente, los primos hermanos del senderismo, hoy gobiernan el país.

Lo que no lograron con el anfo, quizás lo logren con el anforazo; es decir, destruir el Estado tal y como lo conocemos. De esta forma, pretenden hacer colapsar el sistema por dentro. Con ello, podrán justificar los siguientes pasos hacia la consolidación del modelo castrista chavista que han pregonado.

Lo que sí queda fehacientemente demostrado es la solvente incapacidad gerencial estatal del bloque de izquierda; desde la crema y nata de la PUCP y ONGs, que han participado activamente de este gobierno, hasta los impresentables cerronistas y castillistas que han ingresado como rapaces carroñeras a desprender del Estado lo que puedan. Al contrario del Rey Midas, Castillo todo lo que toca, lo putrefacta, lo corrompe.

A la vez, la dejadez y falta de reacción del Congreso es históricamente imperdonable. La falta de prospectiva política por parte de la clase dirigente coloca en serio riesgo a la nación, debido a la falta de conciencia sobre lo que verdaderamente está en juego, que es la vigencia del modelo del sistema democrático y constitucional.

En ese sentido, la responsabilidad que cargará RLA al frente de la Municipalidad Metropolitana de Lima es enorme, porque tendrá que demostrar que los creyentes del sistema social de mercado y del orden democrático, son capaces de gestionar con eficiencia y eficacia los recursos del Estado en beneficio de la población que busca una mejor calidad de vida en democracia, unidos como una sola nación y encaminados hacia un verdadero desarrollo.

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