La inseguridad en las calles parece estar desbordando el trabajo del Estado en su conjunto, mientras al ministro del Interior, Avelino Guillén, uno de los más grandes responsables de la lucha contra este flagelo, parece estar ausente al menos ante los ojos de los ciudadanos que no ven a nadie de este gobierno poniéndose del lado de las víctimas de robos, atracos, extorsiones y asesinatos.

No existe zona del país que no haya sido golpeada por delincuentes. En la capital se está volviendo insostenible la proliferación de delincuentes que actúan en motos y que no dudan el disparar en caso las víctimas traten de evitar el robo de sus teléfonos, carteras o mochilas. En otras ciudades la extorsión es pan de cada día, al igual que el ingreso de hampones a viviendas.

A diario los noticieros nos muestran también robos en negocios de todos los tamaños, mientras nadie sabe dónde está el ministro Guillén o si está haciendo algo al respecto como responsable político de la Policía Nacional. Es evidente que al delito de le combate con decisión y acciones, y no tras un escritorio ni con sesudas opiniones jurídicas.

En este momento la inseguridad requiere el trabajo de todo el Estado, pero principalmente del sector Interior y la Policía Nacional, donde por el momento no se ve un liderazgo que dé al menos una esperanza de que las cosas van a cambiar para mejor.