“Papelón”, “patinada”, “cortina de humo”, “psicosocial”, “fake news”. Así calificaron especialistas en terrorismo el anuncio del ministro del Interior, Juan José Santiváñez, sobre la captura del supuesto “segundo mando de Sendero Luminoso”. Una vez más, un alto funcionario del Gobierno ha quedado en ridículo. La desconexión del ministro con la realidad es evidente, y su afán de protagonismo, desesperante. Mientras tanto, la inseguridad ciudadana sigue desbordándose en todo el país.
Es increíble que Santiváñez presentara la captura de Iván Quispe Palomino como un gran logro en la lucha contra el terrorismo. El detenido ni siquiera tenía requisitoria, no figuraba en el organigrama de Sendero Luminoso, y mucho menos era prófugo. Para colmo, el propio Quispe Palomino tiene redes sociales donde comparte libremente sus actividades y los lugares que frecuenta. ¿Cómo puede ser un peligroso líder terrorista quien se mueve sin restricciones y publica su vida en internet?
Usar una intervención rutinaria para venderla como un gran avance en la lucha contra el crimen es preocupante y demuestra la falta de planes serios e inteligencia en el Gobierno. Esto revela que no existe una estrategia real para devolver la tranquilidad a los peruanos, solo una triste necesidad de fabricar éxitos inexistentes para tratar de ocultar una gestión fallida.
La seguridad de la ciudadanía es un asunto demasiado serio como para ser tratado con semejante ligereza.