Desde hace algunos años, el Perú es considerado como la despensa del mundo debido al liderazgo global que tiene en la provisión de alimentos gracias a su diversidad agrícola y pesquera.

Hoy que enfrentamos al COVID-19 este hecho recobra singular importancia, pues el impacto de este virus no solo tendrá efectos en la economía, la salud y la vida de millones de personas en el mundo; sino también en la alimentación.

Al respecto, un reciente informe de la FAO advierte que la pandemia provocará un aumento del hambre y la pobreza en Latinoamérica y, por ello sostiene que los gobiernos deben declarar a las actividades vinculadas a la alimentación como estratégicas y de interés público nacional. Así se evitará que, tras la crisis sanitaria, llegue una crisis alimentaria.

Esto significa, según la FAO, que los gobiernos apoyen la producción, el transporte, procesamiento y envasado de productos pesqueros y agropecuarios; resuelvan los problemas logísticos de las cadenas de valor alimentarias; y faciliten el transporte y acceso económico a insumos productivos, maquinaria e infraestructura.

Bien haría el Perú en adoptar estas recomendaciones, y reiniciar la actividad pesquera industrial. Siendo nuestro país el primer productor global de harina y aceite de pescado, tiene una gran responsabilidad para enfrentar la crisis alimentaria en ciernes, proveyendo alimentos que permitan la multiplicación de los peces, contribuyendo así a la seguridad alimentaria del planeta.

Hoy no solo el Perú nos necesita sino también el mundo entero. Es hora de reactivar la pesca peruana cuanto antes. Cada día cuenta sobre todo cuando nuestro vecino país del sur mantuvo abierta su actividad industrial todo el tiempo. Estamos listos.