La suspensión de operaciones de la unidad minera Cerro Lindo, en Ica, ha sido otro duro golpe a la estabilidad del país. Es evidente que ello impacta contra los propios trabajadores de la empresa, pero principalmente afecta la economía del Perú ya que si se mantiene esta situación se perderá la capacidad de generar ingresos y divisas para el Estado. Si a esto le sumamos la paralización de actividades en las mineras Antamina, Las Bambas y Uchucchacua, la incertidumbre es mayor y se elimina cualquier posibilidad de crecimiento económico.

Las causas de los problemas de casi todas estas mineras han sido los bloqueos a las zonas donde operan. Por supuesto, la inacción del Gobierno abona a esta triste realidad. No hay principio de autoridad. Todo esto ahuyenta las inversiones. Y ya sabemos, un país sin confianza de los mercados no tiene futuro. La confianza es fundamental para que se desarrolle la economía.

Por otro lado, los pobladores deben saber que bloquear carreteras es algo peor que un delito, es un boomerang que los perjudica tarde o temprano. Las consecuencias no pueden ser rápidamente perceptibles, pero sí son trascendentes, en la medida que destruyen la economía y además afectan un instrumento clave del sistema democrático: el respeto a la propiedad privada y al estado de derecho.