Solo en las últimas dos semanas, los ciudadanos hemos sido testigos del lamentable y peligroso nivel de politización que atraviesa el Ministerio Público, que en tiempos de alta criminalidad en las calles y corrupción galopante en los tres niveles del gobierno, debería ser un estandarte de trabajo eficiente, riguroso y alejado de filtración política, cualquiera sea su sentido, lo cual deja en claro que urge una reforma integral de dicha institución persecutora del delito.
Primero fuimos testigos del anuncio de apertura de investigación preliminar con fines de exclusión de la campaña electoral a Fuerza Popular tras una denuncia de una ciudadana por asuntos que ni siquiera han terminado de resolverse en sede judicial; y de otra acción similar contra la agrupación política que busca lanzar la postulación presidencial del cómico Carlos Álvarez, todo por proponer la pena de muerte en caso de ganar. ¿Quién hizo la denuncia recogida por la Fiscalía? Un seguidor del asesino Antauro Humala. El chiste se cuenta solo.
Esto ocurrió a pocas horas de convocadas las elecciones del 2026, por lo que el tufo político en esta acción del Ministerio Público a cargo de Delia Espinoza es más que evidente. Pero nada tan politizada como la actuación del fiscal José Domingo Pérez y de su jefe Rafael Vela, a quienes se les ha desplomado en segunda instancia el “caso cócteles” que presentaron hace cuatro años contra Keiko Fujimori y otros, todo mal hecho, a pocas semanas para la primera vuelta de los comicios del 2021. ¿Coincidencia? Imposible.
Si alguien cree que con un Ministerio Público como el que maneja Delia Espinoza vamos por buen camino, está muy equivocado. Ayer El Comercio ha publicado un informe revelador sobre los cinco grandes cuestionamientos que se ha ganado dicha magistrada en los escasos meses que lleva en el cargo, como que si desde el primer día la señora hubiera llegado con la intención de pelearse gratuitamente con medio mundo a través, incluso, de denuncias tomadas del aire.
Urge una reforma en la Fiscalía, el asunto es encontrar el camino más saludable, sin más politización, sin hacer que el remedio sea peor que la enfermedad. El Ejecutivo y el Legislativo no cuentan, pues están de salida y nada bueno puede salir de ahí. De la Junta Nacional de Justicia (JNJ), hasta ahora no se le ve un buen trabajo. Lo ideal sería que los cambios vengan de adentro, pero con los personajes que hoy integran la Junta de Fiscales Supremos, con Espinoza a la cabeza, es imposible. Se aceptan propuestas.