El diccionario de la RAE señala que la envidia es “el pesar por el bien ajeno; el deseo de tener algo que no se posee y otros tienen”. La palabra, proviene del latín invidere, que significa “ver con malos ojos”; así, la persona envidiosa ve con molestia los bienes, las cualidades y/o los éxitos ajenos. La envidia es, por tanto, una emoción social que deriva de la comparación negativa con los demás. Pero eso no es todo, la envidia no se trata solo de querer aquello que los demás tienen, sino que consiste también, en el deseo de que el otro no tenga lo que uno desea. Aristóteles describió magistralmente la envidia como “el dolor ocasionado por la buena fortuna de los demás”. El envidioso es, por ello, un ser insatisfecho, un resentido social.

Las redes sociales, principalmente el Twitter (herramienta favorita de proliferación de insultos y agravios de muchos), es el arma de comunicación favorita del líder del partido marxista que llevo al presidente Castillo al poder. De la lectura de sus múltiples y diversos mensajes, podemos resumir que el lema detrás de la ideología marxista que pregona, parece resumirse en “Odia a cualquiera que se mejor que tú, o que sea más exitoso que tu”.

La confrontación, el enfrentamiento entre ciudadanos, la victimización, la segregación entre ricos y pobres, blancos y cholos, oligarcas y campesinos, la lucha de “clases”, son parte del “odio” estructural que reparte el marxismo en su ideología más pura y que, en esencia, jamás admitiría que el éxito de alguien puede ser producto de su propio esfuerzo, de su capacidad, de su preparación e incluso de su superioridad en determinados temas: Siempre hablará de “opresión” y nunca de progreso personal. El odio básico y la envidia clara, parecen ser el núcleo de la ideología que destila el señor Cerrón en sus múltiples mensajes de 280 caracteres. Lo cierto es que estas habladurías, cansan y aburren. Su ideología, desfasada en el mundo entero, no ha traído bienestar a ninguna población, sino más bien pobreza, desgracia y precariedad.