…No hay nada repartido de modo más equitativo en este mundo, que la razón: Todo el mundo está convencido de tener suficiente... sostenía el filósofo Rene Descartes. En esta coyuntura política -encrispada y crítica- que vive nuestro país, la pregunta clave es: “¿Quién tiene la razón?”

Y así, en este escenario del asalto de la “kakocracia” al poder, observamos a una ministra de Cultura, empoderada en una inútil e improductiva soberbia, pechando a la fiscal de la Nación, en lugar de enfocarse en su trabajo y desvirtuar cualquier acusación en su contra, de manera lógica y serena. Observamos a un premier, locuaz y de afilada lengua venenosa, con su cantaleta permanente de atacar a los “mensajeros” que opinan diferente a él y no abordar los temas de fondo, en lugar de enfocarse en el importante trabajo de su mandato y coordinar la ejecución del presupuesto público asignado a cada cartera ministerial y a cada organismo público bajo su jurisdicción, asegurando el desarrollo y crecimiento de nuestro país. Observamos a un azuzador presidente de la República, movilizador de plazuelas y redimido en su oda sindicalista, recordando a la población más pobre y desprotegida de todos los rincones de nuestro país su falta de agua, luz, seguridad, salud, educación y oportunidades, olvidando premeditadamente que es él quien tiene a su cargo la conducción de la Nación; hablando del “saqueo” de “empresas tramposas” sin esgrimir prueba alguna, pero manteniendo silencio sepulcral sobre las 7 carpetas fiscales llenas de testimonios de sus otrora allegados y colaboradores, que hoy lo sindican como responsable de pagos de coimas, repartija de obra pública y corrupción. Observamos la ausencia sepulcral de la mayoría de lideres políticos de todas las tendencias, hoy mudos y arropados en clamorosa inacción, a un Congreso mayoritariamente lánguido y a un sector empresarial mayoritariamente temeroso de pechar abiertamente y liderar en voz alta y permanente, los desmanes de la corrupción. ¿Ganó la política o perdió la razón? Los ciudadanos de a pie, continuamos esforzándonos por llevar pan a nuestros hogares, en medio de esta sin razón y grave confusión.