La pandemia del coronavirus está cambiando muchas conductas de la interacción humana contemporánea. Aunque es verdad que nuestras comunicaciones por la diversidad de los medios informáticos que tenemos a la mano: Facebook, Instagram, WhatsApp, Twitter, Youtube, etc., ya venían formando parte de la vida cotidiana en que nos desenvolvemos en los últimas años, lo que es una completa realidad y sin discusión es que, luego de que hallamos superado esta atípica circunstancia internacional por el coronavirus, nuestras relaciones humanas afirmarán a la sociedad virtual que terminará imponiéndose convirtiendo a este período en una etapa que perfectamente podríamos denominar la “Era de la Sociedad Virtual”.

Las medidas de aislamiento social (cuarentena) dictadas por los gobiernos de muchos países para evitar los contagios masivos, constituyen el punto de partida “sin querer queriendo” del nuevo relacionamiento virtual planetario. En efecto, en tanto el mundo no puede detenerse, el hombre ahora de su propia, ordena su agenda para cumplir con sus responsabilidades domésticas y profesionales.

En las universidades, institutos y colegios, ya comenzaron las clases virtuales; se preparan sesiones de trabajo, también virtuales, volviendo familiar a la plataforma zoom, por ejemplo; en el mundo, se acaba de realizar la primera Cumbre Virtual del G-20 y hasta las misas son seguidas desde una laptop o un celular.

En definitiva, la gente prescindirá cada vez más de los contactos directos –no es nada prometedor ni es lo deseado- para reducirlos al mundo de los instrumentos del internet y de las nuevas tecnologías, volviendo a las personas más pragmáticas y de paso, más frías y calculadoras, y, por tanto, menos solidarias, porque los botones y los iconos, se convertirán en la regla para mostrar nuestros estados anímicos.

Es verdad que las tecnologías de hoy coadyuvan para hacernos la vida más fácil o rápida, ahorrándonos tiempo para múltiples tareas del día, pero también lo es que la vida humana perderá su encanto –si acaso no ordenamos la vida virtual- forjada en el irreemplazable carácter social de la naturaleza humana.