El centro del país está siendo azotado por el implacable clima. Las lluvias arrecian y han llegado huaicos, inundaciones y otros fenómenos. Huancayo y Huancavelica han visto cómo la furia de la naturaleza se cobra vidas, con dos muertos por caída de rayos. Sin embargo, el panorama más sombrío se vive en Huánuco, donde el desborde de siete quebradas ha dejado a 500 familias afectadas y generado pánico en la población. “Esto no es España, esto es el Perú, reaccionen autoridades”, gritaba un ciudadano en medio del caos.
Las escenas en Huánuco revelan un país atrapado entre el impacto de los fenómenos naturales y la falta de planificación. Casas derrumbadas, carreteras intransitables y centros de salud dañados son testimonio de una situación desgarradora. Pero, tristemente, las autoridades parecen reaccionar tarde y mal. No existe un esfuerzo preventivo serio que permita mitigar las consecuencias de estos desastres.El alcalde de Huánuco, Juan Antonio Jara Gallardo, lo ha denunciado con contundencia: “Necesitábamos maquinaria pesada para descolmatar y realizar trabajos de prevención, pero hemos sido desatendidos por el Gobierno central. Solicitamos apoyo desde el año pasado, pero nos ignoraron”. Estas palabras revelan una dolorosa verdad: la inacción de las autoridades no solo es decepcionante, sino alarmante. La falta de previsión y de respuesta oportuna demuestra que las lecciones del pasado no se han aprendido.