La ética ambiental
La ética ambiental

Es un ejercicio vano tratar de abordar la temática ambiental sin enlazarla con su referente ético. El ambiente, en su esencia, encierra un contenido moral que lo caracteriza y lo explica.

Dado que el hombre como especie es un ser singular inmerso en un colectivo social, el reto más grande que afronta radica en la convivencia armónica entre sus semejantes y, en conjunto, con la naturaleza. Esa armonía ideal no se logra sin un marco ético que le dé sentido a tan rica experiencia humana.

El ambiente es la ética del presente siglo. Atañe a la cultura cívica de los hombres en sociedad asumir la responsabilidad de vivir compartiendo los espacios de hoy y preservar ese derecho en beneficio de las generaciones futuras. El ambiente, en su contenido ético, es horizonte y mensaje para aquellos cuyo tiempo ya no nos tocará vivir. Una forma seria de hacer que la riqueza de hoy no sea la ruina del mañana.

Desde el poder, el ambiente se da en la doble vertiente de preservar la naturaleza y, a la vez, del impulso al desarrollo. Ambos y en simultáneo. Lo contrario hace que el accionar oficial carezca de la virtud de liderar la excelencia.

Para los emprendedores empresariales, pequeños y grandes, el cuidado del entorno natural y social forma parte de sus activos más importantes. Tarde o temprano, más que un imponderable o un riesgo inmerecido, el ambiente es un tangible realizable. Una carta de derechos y deberes orientada a restaurar la relación entre el capital y el entorno cívico que lo alberga.

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