Lamentablemente, nos vamos acercando a una elección crucial en nuestra historia republicana que tiene como escenario una catástrofe sanitaria y económica, a la que llegaremos sin partidos sólidos y con más de un aventurero buscando a quién arrimarse para cometer la irresponsabilidad de salir a pedir el voto para la Presidencia de la República o el Congreso sin más argumento que la improvisación, el floro barato y la trillada frase que dice “vengo a servir a mi pueblo”.

El expremier Salvador del Solar ha tenido la suficiente lucidez de dar un paso al costado, para no ser uno de los más de los personajes descritos en el primer párrafo de este texto. Y es que como bien dijo en Canal N el viernes último, es necesario ser parte de un todo para aspirar a gobernar nuestro país. No bastan aspiraciones personales, el arrimarse a cualquier “vientre de alquiler” o formar tu club de amigos como hizo Pedro Pablo Kuczynski en 2016, para creer que podrás ser el mejor presidente.

Quizá un candidato con ese nefasto perfil logre ganar, para desgracia del país. Pero eso quizá sea lo más fácil. Lo bueno vendrá al momento de gobernar. Veamos a Alejandro Toledo o a PPK. El problema comenzará al instante de tomar las riendas del Perú sin planes, sin equipos sólidos, con una bancada congresal pegada con babas y plagada de advenedizos pidiendo su cuota de poder, y con gente que esté viendo en qué momento salta de barco cuando empiece a zozobrar.

Este año lo cerraremos con miles de muertos y una economía por los suelos. Para colmo, es muy probable que nuestro próximo presidente –ojalá me equivoque– sea uno que surja de la demagogia, del antisistema, de la unión de varios amigos alrededor de un candidato mediático o uno de billetera gruesa en una campaña en la que luego de los escándalos, dudo que haya “aportes” de privados. Seguimos sin partido sólidos y verdaderos, y eso resta posibilidades de tener un buen gobierno.

En medio de todo esto, es difícil de creer que el presidente Martín Vizcarra quiera convocar a través del llamado “Pacto Perú” a los “partidos políticos”, cuando estos en la práctica no existen, o si existen, son apenas cúpulas, las mismas de siempre, totalmente alejadas de sus bases y del trabajo constante que deben realizar, no solo en tiempos de elecciones, para generar propuestas viables acerca de cómo atacar los problemas que afectan al Perú.