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No ha habido un mayor debate, nadie le ha preguntado directamente a los fiscales Rafael Vela y José Domingo Pérez, y una camarilla de medios lo toma como algo natural. Nos referimos a la forma insólita en la que una serie de investigaciones del Ministerio Público, supuestamente protegidas por la pétrea reserva de la confidencialidad, han sido, son y serán reveladas de manera anticipada o paralela por IDL-Reporteros, un caso escandaloso que, en sí mismo, pudiese haber merecido una investigación interna, el reclamo airado de los afectados o un pronunciamiento del IPYS o del Consejo de la Prensa Peruana (CPP). No se trata aquí de piconería ni revanchismo, porque quienes estamos en este duro oficio sabemos que la competencia es ardua y que, ante cualquier caso, se gana, se pierde o se empata ante una gama de contendientes plurales y variopintos, curtidos en el arte del cultivo de fuentes y a quienes se les reconoce como cazadores rapaces, perpetuos habitantes de los esquivos y sinuosos recovecos de la noticia. Pero este no es el caso. De lo que aquí se trata es de que una institución financiada desde el extranjero -se ha señalado que por el inescrupuloso George Soros- ha tenido en el caso “Lava Jato” un trato privilegiado, un favoritismo grosero, una sesgada exclusividad. IDL-Reporteros no ha sido un medio de comunicación instalado en el partidor de las primicias, sino un brazo político del sistema, un siamés de la Fiscalía que jugó en pared con esta y que mostró con sus documentos e informes que había alcanzado con la justicia peruana su propio acuerdo de colaboración. Si la fiscal Zoraida Ávalos quisiera poner una mínima dosis de orden en este desmadre, si le interesara aplicar un elemental criterio de justicia a este abuso, a esta inconcebible desigualdad, debería replicar el modelo de Brasil para el caso “Lava Jato” -que tanto les gusta a los fiscales- y democratizar la información, vía claves a todos los medios, en portales con acceso absoluto e ilimitado a todo lo que la Fiscalía quisiera divulgar. Para todos, sin compadrazgos ni amiguismos.