“Abraham” es el nombre del reciente acuerdo al que han llegado Israel y los Emiratos Árabes Unidos para el restablecimiento de sus relaciones diplomáticas, lo que sin duda contribuye al proceso de paz en el Medio Oriente. En la mesa, sentado entre los dos Estados, el infaltable rol de EE.UU., que por cierto no es nuevo, y eso también me parece bien pues el hegemón transmite equilibrio a los procesos regionales. Ahora bien, no perdamos de vista de que el ajedrez geopolítico de Israel en el fondo es el mismo que pretende EE.UU. Los enemigos árabes de Israel desde 1948, en que declaró su independencia, también lo fueron de EE.UU., que se convirtió en su aliado necesario. Luego de la sorpresiva Guerra de los Seis Días (1967), el tablero del Medio Oriente cambió y su reacomodo sigue siendo complejo para Tel Aviv y Washington. Egipto, el más importante enemigo árabe de los años sesenta -crisis del Canal de Suez-, luego Jordania y ahora los Emiratos, recuperaron un aceptable marco de buenas relaciones bilaterales con Israel y EE.UU. Junto a aquellos están Arabia Saudita, Qatar, y otros más, con los cuales las alianzas se han vuelto estratégicas sino para Israel, para Washington, que también es lo mismo, y hasta con Irak, hasta donde llegó la Casa Blanca, sacando del poder al tirano Saddam Hussein (2003), en la misma idea de sumar más países islámicos de esa región para el molino de EE.UU. Washington protege a Tel Aviv, siempre amenazado por Estados recalcitrantes para la paz como Irán, nación persa chiita y enemiga de Arabia Saudita (Sunita), y por supuesto de Israel, para el cual pregona su extinción como Estado. Tel Aviv, por su lado, coadyuva en los intereses de EE.UU. sobre el petróleo, que es la única razón por la cual Washington mantiene una costosisima flota en el Golfo Pérsico. El mismo espíritu debe imperar para que Israel y Palestina reanudan el proceso de paz frustrado, donde éste último debe ordenar su frente interno donde el Hamás es una piedra en el zapato. Solamente conseguida la paz entre Tel Aviv y Ramala, habrá tranquilidad en esa región convulsa.