Aprovechando el contexto de crisis, la Constitución es interpretada a la medida de los intereses de quienes pretenden hacerse del poder sin elecciones. En ese sentido, las últimas sentencias del Tribunal Constitucional cambiaron el rumbo de la confrontación entre los dos poderes del Estado que compiten para ver quién cae primero.

Sus decisiones marcan un nuevo escenario político colocando al TC en el centro de esta disputa. A esto se suma, la crisis del gabinete por el rehusamiento expreso de la cuestión confianza por parte de la Mesa Directiva del Congreso que rechazó de plano derogar la Ley que regula el referéndum. Ahora las opiniones difieren si es aplicable esta figura constitucional.

Días antes el TC se pronunció sobre la acusación constitucional por traición a la patria contra el presidente, declarando su nulidad por vulnerar el derecho a la debida motivación, argumentando además que el artículo 117 de la Constitución reserva para el mandatario determinadas acusaciones que deben tener relevancia, lo que confirma la farsa para capturar el poder y deja a la vacancia sin contenido.

La guerra está declarada, el Gobierno se envalentona y avanza en su objetivo para cerrar el Congreso. Para ello nombró un gabinete de provocación presidido por Betssy Chávez, con el fin de buscar una doble negación de la confianza y así justificar la disolución del Parlamento. En respuesta el Congreso presentará una demanda competencial y una medida cautelar contra el poder Ejecutivo. Ante esta situación inviable, una salida sería la sucesión constitucional y la otra, el adelanto de las elecciones con referéndum para una nueva Constitución.