El pasado domingo, el programa de televisión “Cuarto Poder” reveló que el actual ministro de Agricultura, Javier Arce, estuvo preso en 1997 por el presunto delito de usurpación, y actualmente está en condición de “reo libre” en el Noveno Juzgado Penal Liquidador de Lima. Es decir, además de no tener ningún tipo de experiencia relevante para ocupar la cartera de Agricultura, al ministro se le acusa de ser un delincuente.

Actualmente más de 15 millones de peruanos están, según la FAO, en una situación de inseguridad alimentaria. Castillo solo atinó a nombrar a un ministro infestado de acusaciones (según Cuarto Poder, Arce tendría 20 denuncias por delitos como estafa y hurto agravado) y a decir que “hambruna les va a dar a los ociosos”. Para ser un señor que decía defender a los más pobres, Castillo parece haber adoptado un discurso que más bien culpabiliza a los más vulnerables, tildándolos de ociosos en lugar de tomar medidas para contrarrestar los efectos de la crisis alimentaria. Esas palabras, viniendo del único hombre en el país que tiene el poder y los medios para cambiar la situación de hambruna, parecen un chiste de mal gusto.

Muy independientemente de las investigaciones que enfrenta Castillo por corrupción, la inercia de su gobierno frente a esta crisis alimentaria mundial (y frente a muchas otras cosas) debería ser suficiente para indignar. El Perú está retrocediendo. Hoy somos un país en el que las personas mueren por frío y por hambre, y no reciben ningún tipo de alivio ni protección por parte del gobierno que les prometió todo.

Pedro Castillo y su ineptitud están cobrando vidas. La pregunta es ¿cuántas permitiremos que siga cobrando?

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