El nuevo aeropuerto Jorge Chávez ha entrado en funciones sin mayores contratiempos y se ha convertido quizá en el más moderno de la región con la finalidad de, entre otros aspectos, atraer mayor cantidad de turistas extranjeros, a fin de que estos viajeros traigan el dinero que tanto se necesita en el Perú. Es vital que cada vez haya más visitantes. Hasta ahí todo está bien, y todos de acuerdo.
Sin embargo, el esfuerzo nacional hecho para poner a operar ese terminal y todas las campañas que se hagan para atraer turistas caerán en saco roto si no se ataca el grave problema de la delincuencia en las calles, que se traduce en robos y hasta crímenes que afectan también a visitantes como los que acaban de ser víctimas de secuestro y atraco en el río Amazonas, aunque esta vez no hayan sido extranjeros, sino peruanos.
Así no vamos a ninguna parte. No podemos sacar pecho por tremendo aeropuerto o ir por el diversos países invitando a los ciudadanos del mundo a que visiten en el Perú, si tanto delincuente que anda por las calles y es capaz hasta de matar por apoderarse de un teléfono celular o cualquier objeto de valor.
Entre 2023 y 2024 la llegada de turistas extranjeros se incrementó en 29%, lo cual está muy bien. Sin embargo, este éxito podría no durar para siempre. Como país es urgente poner manos a la obra para controlar la criminalidad que en el mediano y largo plazo podría cobrarnos una factura aún mayor a la que ya estamos pagando.