La candidatura presidencial de Pedro Pablo Kuczynski cometería un suicidio político si permite que algunos de los grupos de izquierda, como el encabezado por el camaleónico Salomón Lerner Ghitis, se le pegue en algún momento de la campaña en su afán por seguir existiendo, lograr algo de ese poder que jamás consiguen en las urnas y ocupar algunos cargos públicos, tal como hicieron cuando le dieron el “abrazo del oso” a Alberto Fujimori en 1990 y a Ollanta Humala en 2011.

Se equivocarían PPK y su equipo si creyeran que la presencia de esta gente sumaría a una postulación. Si los “pepekausas” quieren tener un desempeño aceptable y con posibilidades serias de ir hacia arriba, deberían aplicar un diplomático “no, gracias”. Y lo mismo habría que recomendarle a toda agrupación que tenga encima la amenaza de ser apoyada por gente que no propone nada positivo para el país y que no tiene el menor respaldo ciudadano.

Además, la idea lanzada por Lerner Ghitis de aliarse en algún momento con PPK habla mucho de los sólidos “principios” de la izquierda, que no duda en aliarse con quien por décadas ha considerado el brazo extendido en el Perú del imperialismo y el “Tío Sam”. Mucho más digna y consecuente es la postura de la parlamentaria cusqueña Verónika Mendoza, quien ha marcado distancias con “el gringo” y ha insistido en que marchen solos como una alternativa viable.

En política es bueno abrir espacios, convocar y unir, pero la gente no es tonta y sabe muy bien en las calles cuando una alianza es “contra natura” y por conveniencia. Además, que PPK no tenga la menor duda de que si llega a ganar y meter al Congreso a gente de izquierda, en menos de seis meses se irán de su lado y formarán su bancada, para en el acto comenzar a gritarle “lobbista”, “agente del imperialismo yanqui” y todo eso que al momento de las elecciones podrían pasar por alto por conveniencia.

La política peruana muchas veces es macondiana, pero escuchar a Lerner Ghitis, quien se promociona como izquierdista, que apoyaría a PPK en las próximas elecciones, ya es un extremo pocas veces visto. Esta gente debería saber que siempre hay que mantener una línea y ser consecuente, por más que la ciudadanía no la apoye con su voto y tenga que resignarse a criticar desde el balcón, a promocionarse como la “reserva moral del Perú” y a trabajar en las ONG ambientalistas o de derechos humanos.